El pequeño sueño de la muerte

© Fernando Maldonado: "Hombre levitando"

Por María Soledad García

La obra de Fernando Maldonado sintetiza tres caminos que convergen sobre el lienzo. La intimidad de una escena privada, las alucinaciones míticas del embrujo y la dispersión de los detalles cotidianos y repetidos. Desde estos tres senderos que limitan mi mirada, los hombres y mujeres recorren calladamente la superficie pictórica para contar toda una historia en el breve espacio de la pintura. Allí, sobre el lienzo, se juegan los encuentros y las despedidas, las señales del azar y de la protección que buscan su lugar a través de atmósferas imprecisas que confunden y discuten la mirada del espectador.
La reiteración de figuras y elementos con cargas místicas, pareciera sugerir una continuidad en la lectura de su obra, sin embargo, más que una narración secuencial cada obra realiza su propia apertura y cierre en el espacio y el tiempo de aquello que nos es ajeno y extraño, conformando un laberinto que envuelve la mirada de quien visita la obra en el juego del voyeur indiscreto. Conejos, plantas protectoras, marcas y espejos parecieran indicar la relación cercana que la obra establece entre lo conocido y la conjugación fantástica de lo que hemos desaprendido; en el encuentro y pérdida de los símbolos se abre el espacio para la confusión.
Los personajes que construye Fernando Maldonado advierten la indiscreción de la escena, repetida y constante al tiempo que enigmática en su resolución. Hombres en éxtasis, visionarios, guías y místicos recorren los pasajes para darle cuerpo y textura a situaciones que limitan entre lo real y lo fantástico de lo ficcional. Quizá el espacio que ellos construyen se acerque mucho más a la vigilia del sueño, en donde miles de imágenes y experiencias cotidianas entretejen el pequeño sueño de la muerte.